¿La solución, la salvación? Todo puro cuento

Poster de El Gráfico Gimnasia subcampeón Clausura 1995.
Cierto es que Guillermo jugó al fútbol como adora la camiseta de Gimnasia: con el corazón. Estaba a 90 minutos de cumplir su gran sueño, y para éso se había quedado luego de haber recibido varias ofertas y rechazarlas todas: Cruz Azul de México U$S550.000 a mediados del '93; Emelec de Ecuador U$S700.000 a principios del '94, que luego de una cena con su amigo, el Tano Guzmán, quien le hizo saber que se perdería la final de la Copa Centenario, Guillermo contestó "Deciles a los ecuatorianos que les agradezco la oferta, pero no me voy. Me quiero quedar en Gimnasia"; Toluca de México a fines del '94: "La oferta no es tan importante como para que justifique la decisión de irme de Gimnasia. Acá me siento cómodo y soy hincha fanático", dijo el Mellizo.
Aquélla noche era la última del Clausura '95, y el Tripero dependía de sí mismo para campeonar. Desde Avellaneda, Diego Cagna denunciaba aprietes telefónicos para que Independiente "no se interponga en el camino de Gimnasia". Desde la noche anterior muchos hinchas acampaban en la entrada del Estadio para ingresar no bien se abran las puertas. A la hora del partido el Bosque hervía, pero en el entretiempo, tras el gol de Mazzoni a los 44 minutos, estaba helado. Y al final, con San Lorenzo ganando en Arroyito 1-0 a Central, el hielo se derritió en lágrimas. Gimnasia había perdido contra sí mismo, contra sus nervios.
Cancha de Gimnasia de La Plata el día del subcampeonato.
Ni la ovación y eterna idolatría curaban a un Guillermo dolido como nadie, y después de desagotar todo el llanto necesario para liberar tanto dolor, decía "cuando me acuerdo de esa noche tengo ganas de morirme. Me sentí muy mal. Nadie más que yo quería ganar ese partido. Era mi sueño. Por ahí nos faltó serenidad para encarar el partido. No supimos manejar la situación cuando el gol no llegaba. No hay otra explicación. Ahora no me voy a ir de Gimnasia. Quiero revancha", avisó con bronca y sed de gloria, quien esa magra noche se fue caminando desde el Estadio hasta su casa, y sólo se desvió unos pasos para perseguir a piedrazos a unos hinchas de Estudiantes que pasaban en un auto gastándole bromas propias de la derrota.
Comenzó el año 1995 y Mallorca y Sporting de Gijón, ambos de España, acercaron una oferta por alrededor de U$S2.200.000 para llevarse a los Mellizos. "No, gracias", dijeron nuevamente.

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