Siento caliente tu aliento

Boca - Chacarita siempre es un partido aparte. Vaya a saber uno por qué, pero siempre hay pica entre las hinchadas, o por lo menos sobran los antecedentes de hechos violentos entre ambos delincuentes (barras no, delincuentes) de los clubes. Ni hablar si se trata de un reencuentro en Primera tras varios años de ausencia del funebrero. Eso sucedió el 29 de agosto de 1999. Boca, cómodo bicampeón, un equipo que se llevaba puesto lo que se le ponga en frente y esperando el vuelo internacional del año siguiente, con nombres que a la postre serían grandes figuras, recibió en La Bombonera al recién ascendido Chaca del Chulo Rivoira. El primer episodio de violencia llegó en el arranque del partido...
Robert lima, morocho uruguayo de pelo largo, graduado con honores de la escuela de futbolistas aguerridos charrúas, quiso marcar su territorio. Arengado por la hinchada de Chaca, quizás, y envalentonado por una Bombonera con 40.000 personas, a los dos minutos de juego el moreno puso en práctica la vieja táctica para amedrentar al rival de turno: persiguió 15 metros a Guillermo y le entró fuerte abajo. El árbitro Héctor Baldassi pitó la falta. Y el Melli, como desde el piso vio que el juez no metía la mano en el bolsillo para buscar la tarjeta, se incorporó enseguida. A todo ésto, su hermano Gustavo ya estaba al lado para copar la parada y acompañarlo en el reclamo al referí: 
Guille celebra el segundo golazo.
- Baldassi, esa patada era para amarilla...
- Recién arranca el partido, Guillermo... No empecés
- Vos sabés que lo tenés que amonestar.
- Dale, jugá... No es un golpe para amonestar.
- Pero igual lo tendrías que amonestar.
- ¿Ah, sí? ¿Y por qué?
- ¿Vos lo viste bien? Mirá la cara que tiene ese muchacho... Lo tenés que amonestar por feo.
Apenas una broma que sirvió para distender los ánimos tensos del comienzo. Al fin y al cabo, para Robert Lima, la verdadera humillación se consumaría con el transcurso de los minutos. Media hora después de aquel primer cruce, Guille, ya había metido los dos goles con los que Boca ganaría el partido 2-0. El uruguayo, recién cuando Baldassi terminó el partido, pudo encontrar al 7 de Boca para hacer su descargo.

Sentirte a mi lado me hará mucho mejor

Desde que Palermo se había ido de Boca, ¿cuántas veces La Bombonera hizo de su nombre un estruendoso grito? Al Titán no le estaba yendo bien en Europa, y eso alimentaba aún más las ilusiones. Juntos habían sido una dupla mucho más que temible en los comienzos de ambos en el club de la ribera, y si la memoria llegara a fallar, para eso estaban los números: 79 eran los partidos que habían compartido, con 48 triunfos, 20 empates, 11 derrotas y 83 goles entre los dos. Ellos eran la formula mágica del éxito, y estaba claro que algún día volverían a encontrarse. Ello ocurrió en 2004...
Debut amistoso en la vuelta de Palermo.
- Mauricio, hay que traer a Martín. Es el momento.
- No es fácil. Allá en Europa se paga mucho y hay que ver si él quiere volver.
- Si yo logro convencerlo, ¿lo traés?
- Vemos las condiciones. Pero sí, te doy la palabra.
- Yo también: Palermo va a volver a Boca.
Las charlas entre Guillermo y Macri se sucedieron en junio de ese 2004. El Mellizo actuó casi como intermediario, sin esperar nada a cambio más que estar junto a su socio en la delantera, y devolverle la alegría de jugar que el goleador había perdido en su voluntaria excursión europea. Hablaba con Martín, lo tanteaba, le daba razones, le informaba sobre todos los pasos. No cabía duda que era el momento: el sacudón por la renuncia de Bianchi y la llegada de Miguel Brindisi a un Boca renovado hacían necesario un golpe de efecto. Sólo el retorno de la exitosa dupla era capaz de hacer olvidar el pasado reciente, que incluía una inesperada derrota en la final de la Copa Libertadores. Así fue. El Loco metió la firma de su regreso a Boca y esa misma noche brindó con Guillermo. "Arriesgamos muchísimo por todo lo que hicimos antes. Pero es un desafío", era el centro de Guille. "Vale la pena intentarlo, lo voy a disfrutar muchísimo", fue el cabezazo de Martín. Como ayer, como siempre.