Redondos ojos negros que me ciegan de su tristeza

Guillermo siempre fue (hazte la fama...) un "jugador difícil" por cómo embarulla los partidos con sus protestas y pone a la gente en contra del árbitro, por sus ademanes de fastidios con gestos cuasi gremialistas o por diversas simulaciones que pueden llegar a comprar los jueces. Sin embargo una característica que siempre tuvo el Melli es el diálogo permanente y respetuoso con las autoridades en el campo de juego, sin cruzar la frontera de las palabras prohibidas. De hecho, en su frondosa carrera en Boca vio la roja solamente dos veces.
Guille festeja el gol a Cerro Porteño.
Ocurrió después de un partido de Boca contra Cerro porteño un 29 de septiembre de 2005, en Salta, donde el equipo de Alfio Basile goleó 5-1 y se clasificó a los cuartos de final de la Copa Sudamericana. En la previa de ese partido Guille arrancó en el banco y, mientras hacían los movimientos pre-competitivos, el siete bravo tuvo un cruce con el juez de línea Claudio Rossi, que esa noche era cuarto árbitro, y hablaron de fútbol, del arbitraje, de la vida... Nada de berretines. Se podría decir anti-berretines. Y ahí se enteró de que el asistente había sido una vez más papá y que su hijo, Ignacio, había nacido con Sindrome de Down. "Un rato después, cuando Guillermo estaba haciendo el calentamiento para entrar, me miró y me dijo: 'Ahora entro, hago un gol y se lo dedico a tu hijo'", recuerda el propio Rossi. Y así fue... El ídolo resolvió con un gol un partido que se había complicado y allanó el camino a la clasificación. En el medio de los festejos, donde se mezclaba la alegría de la clasificación con el desahogo por los pocos minutos que le daba el Coco, se acordó de la deuda y, cuando pasó cerca de Rossi, cumplió: "Ésto es para Ignacio".
Tremendo gesto de humanidad, espontáneo, que de no ser por el agradecimiento público del juez asistente moría en la intimidad, no pasó inadvertido por la Escuela de Árbitros. La entidad inmediatamente agradeció mediante una carta dirigida a Boca Juniors que el mismo Guillermo enmarcó y colgó en su casa de City Bell.

Sr. Pedro Pompilio
De nuestra mayor consideración:
Nos dirigimos a usted con el fin de, por su intermedio, hacerle llegar a Guillermo Barros Schelotto, jugador de su entidad, nuestras más sinceras felicitaciones por la actitud que tuvo con nuestro afiliado Claudio Rossi.
Lo ocurrido, de amplio dominio público, tuvo lugar en la ocasión del partido disputado entre la entidad que Ud. preside y Cerro Porteño, jugado en la ciudad de Salta.
La dedicatoria del gol convertido por "El Melli" hacia el mencionado Rossi, quien pasaba por un delicado momento personal, no hace más que resaltar su hombría de bien y ha sido recibida con enorme agrado por la familia arbitral.
Sin otro particular, solicitándole que le haga llegar una copia de la presente a Guillermo, lo saluda atentamente...
Jorge Ferro
Secretario General

A continuación, el gol de aquella noche copera:


Un tiempo fuera de casa

El 8 de julio de 2015 era una fecha marcada en el calendario como "Despedida de Sebastián Battaglia", organizada por la empresa que conduce Guillermo Marín. En este sentido, tiempo atrás le pregunté al Mellizo si iba a poder asistir al evento y me contestó que dependía del partido a disputarse por Copa Argentina ya que, de superponerse, iba a ser imposible su concurrencia.
Sobraban las ganas de ver a Guillermo Barros Schelotto nuevamente vestido de jugador en el césped de La Bombonera, de verlo inclinarse levemente alzando su brazo izquierdo para levantar un centro con movimiento corto de su pierna derecha pero preciso, aunque el paso del tiempo quizás mine su talento. Nos desbocaba la posibilidad de auto engañarnos evocando las viejas noches de Copa con un Mellizo indescifrable en sus gambetas y berretines. Y, como si ésto fuera poco, dejarnos embelesar por la presencia de todas las figuras que hicieron que Boca deje de ser grande para convertirse en inalcanzable.
Finalmente se postergó el compromiso que Lanús debía jugar por el certámen aludido y el mejor extremo de la historia Xeneize iba a dar el presente junto a su hermano Gustavo para disfrutar de una inolvidable noche para Battaglia, el homenajeado, los corazones de los hinchas y el Siete Bravo.
Antes de dar inicio a la fiesta, le preguntaron qué iba a sentir con la ovación que le iban a propinar los fieles presentes en el Templo de La Boca, a lo que respondió "Después te digo qué sentí. Ésta es mi casa".
El momento tan esperado llegó y, después de más de 8 años de haberse ido como jugador, los gritos de "Guilleeeermo, Guilleeeermo" volvieron a retumbar en todas las paredes de Brandsen 805. Acá las imágenes del momento y, por supuesto, una perlita de sus berretines junto al ex árbitro Angel Baldassi.