Cruza tu paso arremolinando el polvo

Guillermo ya empezaba a tomarle el gusto a los enfrentamientos con River por aquellos primeros años de carrera como profesional. La banda roja siempre aparecía en esos momentos para guardar y recordar con fotos como si la pelota estuviera empecinada en ponérselo adelante. El Millonario se cruzó en su camino justo el día de su primer gol profesional, ése que había sido el rival vencido en la final de la Copa Centenario que valió su primera vuelta olímpica... Y también apareció una noche del Apertura '94 en la que el Melli aprendió una lección que no olvidaría el resto de su vida. 
Guillermo y Scaloni disputan el balón
En ese comienzo de torneo se notó el plus de autoridad y convicción que significó la Centenario. Guillermo y Gimnasia arrancaron el Apertura con la cabeza levantada y con la prepotencia de un campeón barrieron a River en el Monumental, nada menos. Pero el triunfo, si bien al equipo lo acomodaba en las primeras posiciones de la tabla, a Guille le dejó una enseñanza más grande que el valor numérico. 
"Esa noche, antes de salir a la cancha, les dije que para ganar en el Monumental tenían que hacer goles, porque a todos los equipos que enfrenté en esta cancha se vinieron a defender y les ganamos", recuerda Roberto Perfumo sobre la arenga previa. Tanto ímpetu le puso a la charla que el equipo a los 20 minutos ganaba 2-0 y Guillermo, sobre la hora, se reviró cuando el Técnico lo sacó para congelar los minutos finales. Toda esa irreverencia que destilaba su juego en la cancha cruzó la línea de cal cuando el Mariscal dispuso el reemplazo. Y el crack en potencia de 20 años le dejó claro su desacuerdo a la leyenda del fútbol vestido de entrenador. No sólo con un gesto: cuando paso por delante del DT se sacó la camiseta y se la tiro a los pies. 
"Se enojó porque quería terminar el partido en la cancha. Yo lo quería matar. Y cuando llegamos al vestuario, entre los festejos y la alegría por el triunfo, veo que Guillermo se me acerca para decirme algo...", relata Perfumo. Pero Guille, que se dió cuenta de que había cruzado la raya con sus berretines, no pudo ofrecerle las disculpas del caso en el momento. Recién el martes, en la practica, pudo cerrar la historia: "Le dije que no me pidiera disculpas a mí si no a sus compañeros, porque según ese gesto el que lo reemplazó, para él, era un tronco...". Y aprendió la lección... 

Moscas verdes para el charlatán

Se viene nuestro libro y no paramos, vamos por más. Fuimos a buscar al DT más ganador de la historia de Boca Juniors, pero también el que más dirigió a Guillermo Barros Schelotto en su etapa como jugador profesional: Carlos Bianchi. 
Acá les dejamos un adelanto, sólo una pequeña porción de la entrevista en la cual el Virrey nos atendió como lo que es: un señor. El resto, todo el video completo, estará disponible cuando publiquemos el libro.
En este fragmento el DT habla sobre la imagen de la entrada: su llegada a Boca en el año 1998 cuando se lo fotografió hablando con Guillermo y Palermo, recién llegados al club de la ribera también, con conflictos heredados de la rivalidad entre triperos y pincharratas. La prensa escribió que Bianchi les había dicho "uno de los dos se queda y el otro se va". Él mismo nos cuenta qué les dijo.


Apunado de locura va a dejarme esta altura

Venimos de la performance más importante en la historia del Grana dejando todo en la altura de La Paz, también de visitar a Guillermo en su partido número 100 como director técnico de Lanús. Como si ésto fuera poco, el crecimiento del Blog pareciera no tener techo.
Con mucho esfuerzo, y agradeciendo la colaboración de los departamentos de prensa de Boca Juniors y Club Atlético Lanús, donde destacamos el gran esmero por tendernos una mano de manera desinteresada de Mariel Bruno, tesorera del granate, estamos en condiciones de confirmar que este espacio, sumado a bastante material aún no publicado, próximamente se encontrará en las librearías. ¡Seremos libro! 
Sí, como leíste. Hoy mismo firmamos el contrato con Ediciones Corregidor y con el correr del tiempo iremos dando más detalles de cómo será el libro de las anécdotas y berretines de Guillermo Barros Schelotto, su título y, particularmente, el prólogo, del cual podríamos tener una importante sorpresa.
¡Gracias, muchas gracias a todos ustedes!

En qué lugar habrá consuelo para mi locura

No hay nada que reprocharse. Ayer 15/05/2014 se fue la última esperanza del sueño Copero 2014. Lanús dejó todo en cancha, y más. La piel, el corazón y esas cosas que hay que poner, también. Tuvo demasiada hombría para pelear el título hasta la 18º fecha del Torneo Final simultáneamente con la Copa Libertadores, yendo a La Paz a enfrentar a Bolivar por los cuartos de final. 
Guillermo trabajando inclusive en el avión hacia Bolivia.
Desde un principio se sabía que iba a ser una epopeya obtener una victoria. No es joda jugar a 3650 metros sobre el nivel del mar, por algo Guillermo dispuso que el plantel llegue desde Santa Cruz de la Sierra a La Paz sobre la hora del partido, para no sentir tanto el impacto. De hecho, para hacernos una idea de lo complejo que es llevarse los 3 puntos de estadios como el Hernando Siles, el último que lo hizo fue el equipo que lo vio al Mellizo levantar cantidades de trofeos, Boca Juniors, pero allá a lo lejos, el 22/02/1970 ganándole por 3-2 al mismísimo Bolívar.
Es cierto que la expulsión irresponsable de un gran jugador como Izquierdoz tornó aún más milagrosa la posibilidad de clasificarse a la semifinal de la Copa y enfrentar a San Lorenzo. Pero, insisto, así y todo hubiera sido dificilísimo, costaba mucho hasta encontrar pase en un compañero, tener cohesión en el ataque, poder pensar futbolísticamente qué hacer. Literalmente se caía en "vamos a hacer lo que podamos, a la carga barracas". En efecto, cada pelota parada fue la esperanza de romper el cero en el marcador.
El partido se hizo cuesta arriba en todo momento. La diferencia física respecto del local era muy notoria desde el inicio y hasta se dejaban ver ciertas discordancias para tocar el balón o incluso controlarlo, parecía que tenía un sapo adentro. Había que medir los esfuerzos constantemente y Bolivar, a sabiendas de ello, utilizaba todo el ancho de la cancha para abrir una defensa con limitaciones producto de la altura. 
Guillermo también dejó todo hasta el final.
Hubo momentos donde el Grana pudo llegar con claridad y descontar, pero ya está, no hay que buscarle mayor explicación. Se vieron jugadores como el Marciano Ortiz salir totalmente agotado, Somoza no abandonar el campo de juego hasta un pique inconmensurable para ir a buscar a dos rivales en el que fundió bielas, Marchesin siendo una fiera con atajadas descomunales, y el Capitán Goltz... un fiel guerrero, dejó la vida en cada cruce mano a mano, terminó el partido en cancha casi sin poder siquiera caminar. Él fue la imagen de Lanús.
Así se juega la Copa, señores, y los grandes mueren de pie. Guillermo Barros Schelotto terminó el partido con 4 delanteros en cancha, y en La Paz, todos dieron el plus necesario para dejar la bandera granate más alta que nunca. Siéntanse orgullosos. Desde el barrio, el mundo respeta a Lanús. Que el resultado no opaque lo mucho que hizo este club: historia. Dejaron la piel. Mírense el pecho. Al escudo de Lanús lo respeta toda América.
El domingo es el turno de recibir a Newell's por la ultima fecha del Torneo Final 2014. Y no sólo el hincha debe ir a alentar, si no a agradecer al cuerpo técnico, jugadores y dirigentes por este presente. Por cierto, ese mismo día se cumplen 100 partidos de Guillermo Barros Schelotto al frente de la dirección técnica del Club Atlético Lanús.
No podemos terminar esta reflexión sin antes dejarles un berretín de Guillermo: "Cuarto, cuarto, ¿las pelotas dónde están? ¡¡Daaale, para qué estás!!".

Hay un destino que no tiene pruebas, por eso esta historia

Luego de la frustrante Copa América de 1999, Guille volvió a ser llamado para dos amistosos contra la Selección de Brasil. De esa manera, Bielsa dejaba en claro que el Melli era de los pocos que habían sobrevivido a la experiencia copera y que, pese a no haberla jugado en su mejor nivel, lo seguía teniendo en cuenta. En ese mismo mes, quizás alimentado por los buenos 35 minutos jugados en un examen de alto nivel como fue el de Brasil, Bielsa decidió llamar a Guillermo a una reunión en Ezeiza. La cita, a solas, fue bien temprano: lo esperaba a las ocho de la mañana en el predio de la AFA. Hasta allí fue Guillermo, no sin antes pedir permiso en Boca, ya que era muy probable que llegara tarde al entrenamiento.
Guillermo gambeteando ante la atenta mirada de Bielsa
El técnico de la Selección lo recibió en el hall de la concentración y, tal cual era su costumbre, lo propuso salir a caminar. Ahí, ellos dos, entre los árboles y el sol de primavera que recién empezaba a calentar, el entrenador le confesó algo más que el motivo de su llamada...
- Quería informarle que mi intención es empezar, con anticipación, a definir algunas cuestiones para el Mundial...
- Está bien, Marcelo.
- Y por eso está usted acá. Tengo una lista de 16 jugadores, de los cuales ocho, casi con seguridad, van a ir al Mundial. Y en esa lista está su nombre. Prepárese, es algo que voy a definir pronto...
Era así, nomás. Obsesivo y planificador compulsivo, casi tres años antes de Corea - Japón, Bielsa ya vivía el Mundial. Jamás hubiese pensado que tanta preparación le duraría tan poco. La charla con el Mellizo, finalmente, fue muy breve: "Apenas jugué unos minutos contra Colombia, en un amistoso. Y después no tuve más posibilidades", recuerda. Al igual que la estadía del 7 de Boca en la Selección. Pese a esas palabras del entrenador que parecían potenciar futuras convocatorias, las chances de Guillermo disminuyeron.
Octubre de 1999, en el amistoso de la Selección contra Colombia justo en la previa de un River - Boca, fue una pesadilla para Bianchi: el Melli entró a los 21 minutos del segundo tiempo por Andrés Guglielminpietro y sobre el final del partido se desgarró. Esos 24 minutos que estuvo en cancha, hasta que fue reemplazado por Nelson Vivas, serían, de todas formas, mucho más significativos para Guille: de ese día el archivo guarda sus últimas fotos con la celeste y blanca.
La tirante relación entre Boca y la Selección, sustentada justamente en las polémicas por algunos jugadores que volvieron lesionados tras sus respectivas convocatorias, revivió a fines del 2001. En aquella oportunidad, Bielsa volvió a llamar a Guillermo y a Riquelme para el último partido de Eliminatorias, ante Uruguay. Con la Argentina ya clasificada para el Mundial del 2002 y ante la inminencia de otra final Intercontinental con Boca en Japón, esta vez frente al Bayern Münich, la citación puso a los jugadores en una disyuntiva difícil de resolver. Había, entonces, que tomar una decisión. Y Bianchi, de común acuerdo con los jugadores, se encargó de hacerlo:
- Quiero decirles que vamos a hablar para que se queden en Boca. El técnico, para probarlos, tuvo tres años. Nosotros, en diez días, jugamos una final del mundo.
- Está bien, es razonable.
- Distinta sería la situación si Argentina no estuviese clasificada y ustedes fueran necesarios. Pero contra Uruguay juega para cumplir. Nosotros, contra el Bayern, no. Lo más lógico es que se queden.
- Estamos de acuerdo.
La Selección del Loco.
Al final, Guillermo y Riquelme aprobaron la charla con Bianchi y ellos también se jugaron por Boca. "En el fondo, Bielsa reclamaba de esa situación un espíritu más amateur de los jugadores, en el sentido de querer ir a la Selección sin evaluar lo que estaba en juego. Pero era difícil actuar así. Primero, porque uno no es amateur. Es profesional. Y después, porque Boca se jugaba algo mucho más importante. Y para mí, que había jugado tan pocos minutos contra el Real en el 2000, esa Intercontinental contra el Bayern era saldar una cuenta pendiente", analiza Guillermo esa complicada decisión.
Decisión de Bielsa o represalia hacia Boca por no haberlo cedido en aquella ocasión, Guille nunca más fue convocado a la Selección. Y así se cerró su historia con la celeste y blanca.
"Si bien la responsabilidad de no haber tenido una mejor actuación es mía, creo que también influyó el hecho de que nunca fui dirigido por un técnico que me conociera desde antes, como les pasó a varios jugadores de River con Passarella. Por ahí, con Bianchi o Griguol en ese cargo, por citar a los dos con los que más tiempo estuve, habría tenido más continuidad o me hubieran dado más confianza, porque sabían perfectamente lo que les podía dar. Pero reconozco que hubo otros jugadores, mientras yo estuve, que aprovecharon mejor sus oportunidades y rindieron mejor que yo. Más allá de que te pueda gustar o no, en la Selección es así", reflexiona Guillermo Barros Schelotto sobre esa etapa de su carrera.