Sólo su nombre me suena familiar, y ahora vuelve para buscarme

Esa misma picardía que mostraba en la cancha con la pelota en los pies y también para zafar de una situación comprometedora, también se manifestaba en la vida diaria… Y sobre todo si andaba con su hermano cerca.
Si dentro de la cancha Guillermo y Gustavo juntos eran dinamita pura, afuera la cosa no cambiaba demasiado. O, más bien, esa química genética que traen desde la cuna se potenciaba aún mucho más. Hay varias historias que dan fe de ello. Y, entre ellas, algunas que se pueden contar…
Los hermanos Gustavo y Guillermo Barros Schelotto.
Una viene de esos tiempos en los que alternaban partidos de fútbol con las salidas propias de la edad. Recién habían comenzado primer año y un fin de semana los hermanos Barros Schelotto y una noviecita de Gustavo coincidieron en una fiesta de cumpleaños de un amigo en común. La cuestión es que la chica, en un momento de distracción durante el baile, se puso a conversar animadamente con Guillermo y le contó sus penas y alegrías por la juvenil relación en ciernes, sus expectativas, sus dudas, su amor inmenso… Hasta que Guille, pícaro a los 13 como años más tarde en la cancha, cuando recibió esa mirada de la amada que exige devolución de confesiones, le contestó como quien recibe un recado: “Bueno, cuando lo vea a Gustavo se lo cuento…”. No alcanzó a redondear la respuesta, claro, cuando la niña ya se había esfumado, colorada de vergüenza.

El hecho de los designios

El presidente de Gimnasia y Esgrima La Plata, Héctor Delmar, aseguró ayer que el delantero Guillermo Barros Schelotto no cobrará “un peso” por los seis meses que jugará en el club durante el Torneo Clausura.
Según comentó el titular del equipo platense: “Esta noticia es muy importante y la tiene que saber el país: Guillermo Barros Schelotto firma el contrato obligatorio de la AFA y no le cobra un peso a Gimnasia durante estos 6 meses”.
Delmar contó que intentó convencerlo varias veces, pero luego de reiteradas negativas del futbolista reveló que el “Mellizo” no recibirá ningún dinero por los seis meses que jugará en el conjunto de La Plata.
“Hablamos, le insistí varias veces y me dijo: ‘no, yo no le puedo cobrar a Gimnasia’”, señaló el presidente de la institución platense en declaraciones a Radio Provincia.
En ese sentido agregó: “Eso habla de su honestidad, de lo buena persona que es y de lo ‘tripero’ que es y le responde así a todos los socios que están ayudando al club. Él también lo ayuda y lo hace de esa forma”.
“Guillermo es un ejemplo de futbolista y de persona. Me emociona decirlo, pero quiero que lo sepan todos los gimnasistas, los periodistas, todos porque es un gesto que me llena de satisfacción y emoción, y también a toda la Comisión Directiva de Gimnasia”, aseveró.
Presentación de Guillermo en su vuelta al lobo platense.
Para finalizar, el titular de Gimnasia y Esgrima La Plata solo se limitó a decir que “Guillermo juega en Gimnasia por amor a la camiseta, un grande”.
Eso decían los diarios por aquéllas épocas en que Guillermo Barros Schelotto asumía la quimera de salvar al equipo de sus amores de una caída al Nacional B, aquélla de la que venía zafando de milagro hacía dos temporadas. En ese marco jugó su último partido como futbolista profesional a los 38 años. La crisis institucional tuvo incidencia en la deportiva y finalmente el desenlace fue el más temido.
Hacía seis meses, Barros Schelotto tenía decidido largar, luego de su positivo paso por la Mayor League Soccer, pero tomó una decisión con el corazón y no con la razón. Tentado por el estilo de Ángel Cappa, dio el sí pensando en la unidad gimnasista. Pidió que todos tiren en la misma dirección, aunque en el medio se despidió el ex DT del Huracán subcampeón a manos de Vélez.
Guillermo heredaba un equipo que debía resolver más que un problema. En las últimas tres temporadas, el Lobo había utilizado a más entrenadores que torneos jugados. Los siete DT fueron: Guillermo Sanguinetti, Leonardo Madelón, Pablo Fernández, Diego Cocca, Pablo Morant, Ángel Cappa y Darío Ortíz. Englobando los seis campeonatos, Gimnasia disputó 113 partidos, de los cuales sólo ganó 28, con 40 empates y 45 derrotas; anotando 107 goles y recibiendo 140. Estaba en rojo por donde se lo mire.
Lo de Guille fue un intento de rescate emotivo y, desde que llegó, entregó un mensaje crudo pero real. Dijo públicamente que él no venía a salvar al club y que el cambio principal debía ser de fondo, más institucional que deportivo. El Mellizo, aún sabiendo que estaba lejos de aquel que brilló en Boca, se la jugó por las urgencias de Gimnasia. Dio la cara aún dudando de lo que podría aportarle desde lo físico. Sumó desde el empuje, su lectura del juego, la picardía para ganar la posición con el cuerpo y los piques inteligentes en diagonal para romper defensas o asistir a algún compañero. Por momentos quejándose más de la cuenta, pero sin berretines, no sería Guillermo.
El Mellizo, como ya se ha dicho, lo hizo gratis, sin cobrar un peso, y en una época en donde son varios los que se quieren anotar en actos benéficos que finalmente no coinciden con la realidad, disfrazados de amigos, impostando el mismo discurso donde vaya, siendo "agradecido" pero cobrándoles más de U$S1.000.000.-. Pero la farsa, ves, se ha salido de los estribos, cuenta La Renga...
En este video el mismísimo protagonista cuenta el por qué de su vuelta a Gimnasia y Esgrima LP:

Perfumes baratos, ambientes picados

Aquel empate entre Estudiantes y Gimnasia que consagró campeón a Vélez en el Clausura 96, además del dolor por el titulo que no pudo ser, dejó una historia que el Pampa Sosa recuerda como si hubiese pasado ayer. Y que pinta de cuerpo entero al personaje en cuestión...
Guillermo Barros Schelotto con la del Lobo platense
"En ese clásico que empatamos 1-1 y le permitió ser campeón a Vélez yo había convertido el gol tras un centro de Guillermo. Después del partido volvimos a concentrarnos, porque al miércoles siguiente jugábamos contra Racing por la clasificación a la Copa Libertadores. Y en el camino al hotel paramos a comer algo en una estación de servicio. Estábamos en eso cuando de golpe entraron dos pibes con la camiseta de Estudiantes y nos empezaron a cargar. Ahí mismo se armo un quilombo bárbaro. Hubo piñas, patadas... Hasta tuvo que intervenir la Policía. Unos minutos después subimos al micro tras la pelea. Guillermo se me acercó con cara seria y me dijo: 'Te felicito'. Yo pensé que me hablaba del gol que le había metido a Estudiantes y por eso le contesté: 'Si, gracias, me tiraste un centro buenísimo'. Pero enseguida me interrumpió: 'No, te felicito por la piña que metiste', me dijo. Y nos matamos de risa..."