Todo este motor para devastar tu inconsciente

En la época de la Selección de Passarella se hizo muy famosa una anécdota de Guillermo. Una muy especial que tuvo que contar ante la insistencia verdaderamente insostenible de Claudio Husaín. Sí, digo bien. Tuvo, porque el ex volante central estaba empecinado en que alguna vez los mellizos se aprovecharon de sus parecidos. Y Guille no pudo escaparle a esa cuestión, sobre todo en aquellas noches de larga concentración en los Panamericano de Mar del Plata '95. "Dale, contate alguna, Guille. Estoy seguro de que una con tu hermano habrás hecho...", casi que rogaba el Turco, dando por descontado que esa fama de pícaro que ya ostentaba Guillermo dentro de la cancha también se trasladaba a la vida cotidiana. Husaín al final se llevó lo que quería. Fue en uno de los ratos libres, en la Villa Olímpica, que el Melli tuvo que apelar a una historia ajena para salir del paso. Y, en este caso, la ficción superó la realidad...
La instaló en una peluquería. Picardías de juventud, que se le dicen. "Yo entré primero - comenzó el relato ante un atento e interesado Claudio - y le dije al peluquero que, por la textura de mi pelo, me tenía que cortar como yo le decía para que me quedara bien: 'De este lado, cortame con navaja y del otro dejámelo largo como está', fueron mis indicaciones. El tipo se sorprendió:
- ¿Y por qué así?
- Porque si me tocás el costado, se me cae el pelo.
- Ah, bueno.
- Mirá que se me cae en serio, eh, no me toques, eh.
- Está bien, como digas.
Pero el peluquero no me cortó tal cual le había dicho. Desconfiado, hizo lo que quiso porque creyó que lo estaba jodiendo y yo lo dejé. Cuando terminó, entonces le pregunté:
- ¿Seguro que lo hiciste bien?
- Quedate tranquilo.
Salí y con Gustavo, que me esperaba en la esquina, dejamos pasar unos diez minutos. Y ahí entró él, que tenía el pelo bien cortito, para hacer el reclamo a los gritos en la peluquería: '¡¿No te dije que me cortaras como te había dicho?! ¡Mirá cómo me quedó ahora! ¡Ya se me empezó a caer!'. El tipo, te imaginarás, no salía de su asombro. No entendía nada. Y se cansó de pedirle disculpas a Gustavo, je".
Estallaron las carcajadas en la habitación de la Villa Marista. El Turco no paraba de reírse y en el fondo se regocijaba por haber confirmado sus sospechas. "¿Viste? Sabía que tenías una...", le repetía a Guille, quien al rato empezó a preocuparse por la emoción de su compañero. "Ahora, en la cena, se la vamos a contar a los chicos". Ahí, al Melli no le quedó otra que blanquear su nueva travesura...
- No, Turco, mirá... En realidad, es mentira. Eso nunca nos pasó a nosotros. Te conté una historia que escuché de otros mellizos.
- No, no, ja, ja... Ahora no te querés hacer cargo.
- En serio, Turco. Ésto fue en una peluquería de Azul. Es conocida.
- Yo nunca la escuché. Te querés borrar, Guille. Pero no vas a zafar de contarla.
Efectivamente Husaín nunca le creyó al mellizo que se había apropiado de una historia ajena. Y Guillermo tampoco zafó de tener que contarla una y otra vez. Sobre todo cuando Passarella preguntó en la cena qué había dicho el siete bravo para hacer reír tanto al plantel. De hecho, el Kaiser todavía sigue recordando esa risueña situación y le adjudica la autoría intelectual al mellizo. Hazte la fama...