Ramón siempre admiró la picardía de Guillermo. No ocultó, por ejemplo, que lo había elegido para jugar en River allá por 1997. Boca y su dinero (1,8 millones de dólares más el pase de Facundo Sava) pudieron más y Guillermo se puso la camiseta azul y oro. Pero el riojano no le perdió el rastro. Una década después de llegar a Boca, en 2007, Díaz lo quiso para su San Lorenzo: "Es un grande. Uno de los grandes ídolos del fútbol argentino", dijo el riojano. Y amplió: "A mí me gusta, tiene experiencia y transmite mucha tranquilidad". Más acá en el tiempo, Ramón reconoció que el Mellizo es el jugador al que le habría gustado dirigir.
Guillermo supo ser menos elogioso: nunca le gustó que Ramón Díaz se metiera con Boca mientras dirigía a River. "Que el Pelado Díaz se dedique a hablar de River y no baje la guardia, porque no hay nada peor que confiarse", dijo hace algunos años, en la antesala de un superclásico de verano. Pero respeta a Ramón tanto como Ramón a él.
En su rol de entrenador, Barros Schelotto se caracteriza por la mesura verbal. Esa viveza que transmitía como futbolista la desarrolla en el banco: su relación con los árbitros sigue siendo tan picante como cuando calzaba pantalones cortos.
Siendo ambos entrenadores, nunca se enfrentaron. Pero Ramón bien puede jactarse de haberle ganado con el espíritu: River derrotó 1 a 0 a Lanús en el torneo Inicial y lo sacó de la pelea por el título. El riojano ya había vuelto y estaba en el palco...
(Nota de Diario La Nación http://www.lanacion.com.ar/1555943-recorridos-llenos-de-chicanas-anecdotas-y-respeto-mutuo)