Para lo malo habrá un mejor... ¡Toda está en mí la confianza!

Casa Amarilla, ámbito de reconstrucción.
Desde el 2 de marzo del corriente, fecha en que asumió, hasta aquí, Guillermo Barros Schelotto dirigió en 13 ocasiones a Boca Juniors. Pero más que hacer hincapié en un mero resultadismo, que sin dudas le es favorable ya que ostenta el 64,10% de efectividad, pensemos en cuánto ha cambiado el equipo, el club, en menos de 60 días.
Al momento de hacerse cargo, el Xeneize llegaba con una performance de 8 derrotas sobre 15 contra clásicos rivales, habiendo ganado sólo en 3 oportunidades y por primera vez en la historia siendo abatido en 3 ocasiones consecutivas frente a Racing. Aquel 2 de marzo el Mellizo se sentó en la silla de conferencias y aseveró "dirijo contra Racing y River", cuando bien podría haber comenzado su etapa el lunes siguiente y así evitar correr riesgos de condicionamiento en su ciclo. Primera muestra de carácter, primer mensaje a los jugadores.
Cierto es también que se venía hablando bastante más del vestuario que de los hechos en el campo de juego; que los jugadores podrían no brindarse por completo, que uno se peleó con otro, que Tévez pidió ésto o lo otro, que el técnico perdió el joystick del plantel... Los programas futbolísticos deben llenarse de contenido y, lamentablemente, el fútbol de Boca no lo hacía ya que no se sabía a qué jugaba.
"Dale, dale!" exige con fervor a sus jugadores.
El jueves 28 de abril de este mismísimo 2016 la cosa ha cambiado. No por completo, claro, pero se ha transformado. El conjunto del Mellizo terminó por encaramarse en la cima del grupo 3 de la Copa Libertadores empezando a mostrar una mística copera que le permitió no perder ningún partido sino ganar en cancha de Racing 1-0, empatar en la altura de La Paz frente al Bolívar 1-1, ganarle en La Bombonera 3-1 y golear a Deportivo Cali 6-2 en casa. Pero también, en sólo 4 días de haber tomado el cargo, recibió a Racing por la Copa y visitó a River por el campeonato sin ser derrotado. Esa noche del 28 de abril Boca le ganó  2-1 a domicilio a Cerro Porteño por la ida de los octavos de final del certámen internacional, y la diferencia pudo ser mayor aún si no fuera por el peor arbitraje que hayan visto mis ojos a cargo del juez Chacón. Y también el fin de semana anterior Boca recibió a River en un partido perfectamente ideado y desarrollado durante 12 minutos hasta la oligofrénica expulsión de Pablo Pérez. Ese mismo día se empezó a hablar de mística.
¿Qué es la mística? Saber a qué se juega en las paradas bravas y cómo hacerlo durante una competencia diferente a todas en el mundo como es la aludida, un certamen sin igual y por momentos hostil. Que el rival sienta respeto y sepa que en la primera de cambio viene el golpe que puede terminar siendo el de knock out. 
Despuntando el vicio.
Ésto mismo es lo que está empezando a aparecer en el equipo que en menos de 60 días produjo el Siete Bravo, a través de un juego con tres puntas definidas, dos de ellas bien abiertas, con mayor verticalidad en las transiciones, dinamismo, presión alta y rebeldía tal es la personalidad del técnico. Y con el devenir de los resultados se generó una retroalimentación que desembocó en el aumento de confianza de jugadores, hasta el momento, casi descartados o con bajísimo nivel: Cubas, Chávez, Pavón (tremendo hallazgo), Gago, el mismísimo Tévez (de nivel juventino), Lodeiro...
No sé en qué terminará ésto. Sí que el camino correcto es el actual, yendo a jugar a cualquier escenario y, más allá de las múltiples y, en ocasiones, largas lesiones (Cubas, Erbes, Gago, Chávez, Osvaldo, Peruzzi, Bentancur, Lodeiro), Boca no siente el peso de la foraneidad. Se impone y trae los tres puntos de la cancha de Racing cuando había que ganar y del Defensores del Chaco cuando había que pegar primero y mejor. Si algo ha de pasar, yo elijo esa fecha, 28 de abril de 2016, como fundacional.

Casa Amarilla, 22 de marzo de 2016.


Como no podía ser de otra manera, estos berretines nos dejó Guillermo aquella noche bochornosa de Chacón en Paraguay.


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