Si de principio hubiera aprendido a ser un animal, hoy tendría un instinto noble a cambio de esta pena

Con el primer regreso de Carlos Bianchi a la dirección técnica de Boca Juniors, allá por el año 2003, volvieron los éxitos después de una tumultuosa campaña del "Maestro" Tabárez en 2002. Se ganó el Apertura de aquél año, Copa Libertadores e Intercontinental ante la recordada levantada de pasto de Costacurta para el Milan. El siguiente año copero estuvo muy cerca de repetir las tan conocidas historias del Xeneize por América, imponiéndose en todos los escenarios donde se disputaran tres puntos. En la final del torneo continental más importante de este lado del mundo Boca se enfrentaba con el desconocido Once Caldas de John Viáfara, Arnulfo Valentierra y el arquero Juan Carlos Henao, entre otros.
La Bombonera era el fortín del Boca Juniors. El equipo Xeneize llegaba a su cuarta final de las últimas cinco ediciones del torneo. El equipo de Carlos Bianchi había ganado todo y era el gran favorito para quedarse con el título una vez más. Pero en esa ocasión el jugador número 12 no fue suficiente para traspasar la férrea defensa del Once Caldas, aún con un Guillermo Barros Schelotto explosivo, pidiéndolas todas, a puras gambetas y no tantos berretines, salvo por la jugada en la que Javier Villarreal, el por entonces 5 de Boca, se juega la personal ignorando al 7 y este último le grita furioso: "Ey!!!!! La concha de la madre!!!! Acá!!! Acá estoy la puta que los parió!!! La re concha de mi madre, no me ven!!??". El Mellizo quería todas las pelotas, una fiel exposición de un capitán defendiendo la camiseta del club de la ribera.
Al margen del desarrollo del encuentro, Guillermo tuvo un desempeño sobresaliente con las características mencionadas párrafo arriba, con un estado físico envidiable, al igual que el de todos sus compañeros. La mano de Santella, preparador físico, estaba más presente que nunca. Ausencia que por estos días cobra gran preponderancia con 102 lesionados en un año y medio de tercer ciclo de Bianchi. Sin perdernos en el tema, el Siete Bravo era la gran carta ganadora junto a Tévez para llevarse la Copa en el Estadio Palogrande de Manizales, Colombia. Algo ocurrió en el calentamiento previo a la competencia y una lesión lo marginó del partido como a Boca mismo de llevarse la Copa Libertadores edición 2004.
Guillermo Barros Schelotto, sin poder ingresar, salió al campo de juego para intentar sumar desde afuera y su cara lo decía todo, sólo ella, ya que Marcelo Benedetto comprobó por su propia cuenta el inconmensurable fastidio que llevaba sobre sí en esta no entrevista:

1 comentario:

  1. Esa final con el guille y sin cascini se ganaba, lastima que los medios inventaron una pelea de bianchi con el guille y x eso tampoco quiso jugsr, corrijanme si me equivoco

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