La leche hervía que hervía!

El 94 fue un año floreciente para Gimnasia. No sólo porque amaneció con una vuelta olímpica aquella en la Copa Centenario que se jugó de manera excepcional por los 100 años de la AFA, si no porque estuvo marcado por la desgracia ajena. Es decir, por el dolor pincharrata. 
Mientras el equipo que por ese entonces dirigía Roberto Perfumo alargaba los festejos de aquel triunfo en la final contra River, para Estudiantes cada domingo era un nuevo puñal. Si algo le faltaba a Gimnasia era aportar una palabra propia al entierro. Y éso lo logró con el triunfo por 2-1 en el clásico de ese torneo Clausura. Un éxito que se disfruto doble por el valor del empujón hacia el descenso al enemigo publico numero uno. Eran días donde la frustración del otro exacerbaba el orgullo propio, el azul y blanco. Así lo vivían los hinchas, que en cada esquina encontraban una razón para una cargada novedosa, y así también lo vivían los jugadores del plantel de Perfumo. Sobre todo aquellos con sello tripero en el orillo, como Guillermo Barros Schelotto... 
Ya convertido en ídolo y protegido de la hinchada de Gimnasia con apenas 20 años, con duelos habituales con la gente de Estudiantes por cualquier rincón de la ciudad, el mellizo se había tomado una particular costumbre por esos días de sufrimiento para el rival odiado: visitar el bar Costa Azul, en 48 entre 8 y 9, reducto rojo y blanco por excelencia en el corazón de La Plata, para compartir ese dolor profundo... 
Cuenta Roberto Perfumo: "Eran bravos los hermanitos... En ese torneo, cuando Estudiantes se estaba por ir al descenso. Guillermo se había tomado la costumbre de pasar por la puerta de ese bar donde paraban los hinchas de Estudiantes para hacerlos engranar. El mellizo pasaba por ahí a la tardecita, estacionaba el auto en la puerta y empezaba a mirar para adentro por la puerta y las ventanas del bar como quien esta buscando a alguien. Miraba y tocaba un par de bocinazos, volvía a mirar en silencio desde el auto... Y cuando desde adentro alguno lo reconocía y empezaban a salir a la puerta para ir a buscarlo, Guillermo les decía  'Se van para la B, Pinchas, se van para la B...' Y salia rajando antes de que lo mataran...".

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