Cada palpitación... late más fuerte!

Corría el año 1997 y por la fecha 8 del Torneo Clausura Gimnasia le ganaba a Banfield por 3-1. Guillermo hacía este golazo:

P.D.: No me hago cargo de la música de fondo, sepan disculpar.


Y entonces... ya no habría más qué preguntar!

Entrevista de Eduardo Carvacho a Guillermo Barros Schelotto cuando jugaba en Columbus Crew (USA) en el año 2008, para el programa Pasión de Fútbol. Habla sobre su presente en el club, a punto de ser MVP, Pedro Pompilio y demás yerbas, en una nota donde al Mellizo no se lo ve cómodo.


Dame de esa espuma, contagia valor

Guillermo Barros Schelotto inauguró su monumento para que junto a los de Palermo, Maradona y Riquelme quede inmortalizado en las entrañas de La Bombonera. Su mentor, Gabriel Bonavena (http://www.monumentoaguille.com.ar), hoy 07/07/2013 pudo ver cómo después de tanto esfuerzo su sueño y el de todos nosotros se hacía realidad. Desacostumbrado al enorme afecto del hincha Xeneize después de haberse ido como jugador hace ya tiempo, el mellizo dijo "Estoy muy emocionado. Más allá de los títulos ganados y de los partidos jugados me queda el afecto permanente de la gente. Hace siete años que me fui pero el hincha me sigue recordando y dando su aliento. Es un gesto enorme de los hinchas, acá lo que no se olvida es el cariño de la gente", al tiempo que se entonaba el viejo himno Guilleeeeeeermo, Guilleeeeeeermo!!!. Dentro de su emoción, la humildad de Guille afloró y comentó "Bianchi también merece su estatua y también todos los que estuvieron conmigo en ese tiempo".
Para finalizar una gran jornada en la que todos revivimos cómo era ver nuevamente al 7 rodeado de azul y oro, entonando la clásica arenga y aliento, algo de éso (si no todo) le habrá hecho cosquillas y se despidió diciendo "Tengo contrato con Lanús, pero sé que en algún momento en el futuro dirija a Boca". Gracias, Guille.

No me digas adiós, sólo decime hasta siempre!

Un día como hoy, 30/06, pero de 2011, se retiró el 7 más pícaro de todos, ese que no sólo era técnicamente muy dotado, si no también dueño de una inconmensurable capacidad mental para ganar los partidos con mucho más que fútbol. Ese mismo que hizo la carrera perfecta: nació futbolísticamente en el club donde es hincha, renunciando anteriormente a ir a Estudiantes de La Plata, ganó la Copa Centenario en 1994, lo llevó Boca Juniors para conocer la gloria y en 302 partidos jugados, convirtiendo 87 goles, ganó 16 títulos, se fue a la MLS al Columbus Crew donde también campeonó, y finalmente recaló nuevamente en Gimnasia y Esgrima de La Plata, en una situación muy complicada, al borde del abismo, donde el Mellizo dijo "vine a dar la cara" y "no le puedo cobrar a Gimnasia".

Algunas de las frases fueron

"A Gimniasia lo va a salvar Gimnasia, yo no lo voy a salvar a Gimnasia solo. Yo puedo aportar lo mío, Neira aportará lo suyo, Sessa aportará lo suyo, Cappa aportará lo suyo, los dirigentes lo suyo pero es fundamental el apoyo de la gente"

"La responsabilidad mía van a ser por estos 6 meses, pero si hay que dar la cara por Gimnasia, acá estoy".

Como corolario de su frondosa carrera, lamentablemente Guillermo Barros Schelotto sufrió la injusticia de ver descender al club de sus amores, perdiendo la promoción con San Martín de San Juan. Así despedía al fútbol, con la frente bien alta:


Gracias, Guille, gracias por tanto.

Las cosas que hace

Está claro que Guillermo forjó gran parte de su idolatría contra el rival de toda la vida, no sólo contra los brasileños o cualquier otro de turno en la Copa Libertadores. Sí, sí, ese que hace poquito volvió de la B y sus propios hinchas quemaron el Estadio, sí, entendés bien, esa misma gente por la que el DT más exitoso de su historia le pide que alienten y no que insulten. Qué diferentes somos, no? Pero no importa, si me tengo que poner a escribir diferencias hago una especie de Corán. Ahora la cuestión es que el Mellizo es DT pero... quién creyó que este nacido para Boca iba a olvidarse de ellos? Al contrario! Por la anteúltima fecha del Torneo Final, donde ambos clubes llegaban con chances de campeonar, aunque el de Guille ínfimas, se enfrentaban Lanús y River. Y sí... nuevamente el 7 bravo fue verdugo de la banda, más banda que nunca con la gallineada que se mandaron. A los 13 minutos de juego el Granate ya ganaba 3-1, y terminó vapuleándolo por 5-1 bajándolo, de esta manera, de cualquier chance del campeonato y dejando así a Newell's a las puertas de su coronación.
Cuántas veces los habrá amargado Guillermo... Se acuerdan del Clausura 2006? La cosa pintaba muy fea. Boca perdía 1-0 de local y con 2 jugadores menos faltando poquísimos minutos para que las gallinas se llevaran uno de esos trofeos que no suelen llevarse de La Bombonera. Ya casi que no quedaban esperanzas, el empuje del Xeneize no nos hacía ilusionar, pero... La arenosa voz del Coco Basile le dice a su colaborador "traémelo al Mellizo". Ni bien entró hizo travesuras, de las suyas: logró hacer expulsar a Cristian Tula (actual descendido pero en CAI) y faltando un puñado de segundos recreó las clásicas gambetas del endiablado delantero que llegara al Club en 1997, generando un penal a instancias de Julio Cesar Cáceres (quien después vistió la Azul y Oro) que luego convirtiera por gol y empate el Titán, Martín Palermo.  Raro que a River se le escapen puntos sobre el final, ¿no?. Disfrutémoslo de nuevo.


La carta no está siempre a tu alcance en los matutinos

Guillermo Barros Schelotto y Ramón Ángel Díaz apenas compartieron seis minutos en una cancha. Fue un 3-2 de River en el estadio de Gimnasia, en La Plata, el 15 de marzo de 1992. El riojano fue suplente e ingresó a los 26 minutos del segundo tiempo por otro Ramón, Medina Bello. Seis minutos después, el Mellizo Guillermo, que había anotado el primer gol del Lobo, se retiró expulsado.
Ramón siempre admiró la picardía de Guillermo. No ocultó, por ejemplo, que lo había elegido para jugar en River allá por 1997. Boca y su dinero (1,8 millones de dólares más el pase de Facundo Sava) pudieron más y Guillermo se puso la camiseta azul y oro. Pero el riojano no le perdió el rastro. Una década después de llegar a Boca, en 2007, Díaz lo quiso para su San Lorenzo: "Es un grande. Uno de los grandes ídolos del fútbol argentino", dijo el riojano. Y amplió: "A mí me gusta, tiene experiencia y transmite mucha tranquilidad". Más acá en el tiempo, Ramón reconoció que el Mellizo es el jugador al que le habría gustado dirigir.
Guillermo supo ser menos elogioso: nunca le gustó que Ramón Díaz se metiera con Boca mientras dirigía a River. "Que el Pelado Díaz se dedique a hablar de River y no baje la guardia, porque no hay nada peor que confiarse", dijo hace algunos años, en la antesala de un superclásico de verano. Pero respeta a Ramón tanto como Ramón a él.
En su rol de entrenador, Barros Schelotto se caracteriza por la mesura verbal. Esa viveza que transmitía como futbolista la desarrolla en el banco: su relación con los árbitros sigue siendo tan picante como cuando calzaba pantalones cortos.
Siendo ambos entrenadores, nunca se enfrentaron. Pero Ramón bien puede jactarse de haberle ganado con el espíritu: River derrotó 1 a 0 a Lanús en el torneo Inicial y lo sacó de la pelea por el título. El riojano ya había vuelto y estaba en el palco...

Tanto vértigo es la vida, no hay más que hacer sólo subirla!

Hace diez años muchos teníamos la costumbre de juntarnos a ver fútbol en el clásico bar de la esquina del barrio, donde nos encontrábamos todos los futboleros y nos gritábamos los goles como si nosotros  mismos estuviésemos jugando. Y una de esas tantas veces la boca se nos llenó de gol más estruendosamente que todas; recuerdo haberme parado a grito pelado, revoleando todos los diarios de aquél bar que se encontraban en una especie de cajuela. 
Aquel 01/06/2003 Guillermo Barros Schelotto se compró gran parte del título de ídolo de por vida, y fue nada más ni nada menos que contra el clásico rival de toda la vida que, junto con los brasileños, el 7 se sentía más inspirado que nunca. Vaya casualidad... un gran ídolo apareciendo en los momentos importantes.
Aquélla vez fue muy determinante, ya que se estaba jugando en La Bombonera con una actuación inesperada, Boca perdía 2-0, con justicia, y el Ingeniero Pellegrini, DT de River en aquél momento, decidió sacar a Cavenaghi.
- ¿Cómo está Tevez, doctor? 
- Así no puede más, Carlos. Tiene que salir…
- ¿Alguien más tiene algún problema?
- Sí, Guille…
- ¿Vos estás para salir, Guillermo? Si no podés, hago el cambio. Todos saben lo que pienso: es mejor un jugador al 100% que uno que no lo está…
- No, no, está bien. Además, ya va a salir Carlitos. Yo sigo
La charla entre Bianchi, el doctor Veiga y sus jugadores planteaban el peor escenario. Sin su estrella naciente y sin el ídolo, quizás Boca jamás habría remontado esta historia. Pero el 7 bravo no abandonó a los suyos. Su voluntad y su orgullo eran más fuertes que el dolor que ya sentía en el aductor derecho. Y vaya si valió la pena semejante esfuerzo: con dos zurdazos en seis minutos, como para hacer más heroico ese momento cumbre de su carrera, Guille liquidó a Costanzo. Y la cancha explotó. De euforia y de tributo a un mellizo genial, que ya en el primer tiempo había empezado a armar su telaraña provocando la expulsión de Martín Demichelis.
El festejo, su festejo revoleando la camiseta al viento, con el grito de gol a máximo volumen, fue la expresión más sincera de lo que sintió. Luego, como para ratificar su identificación con la azul y oro, reconocería que le hubiera gustado estar en la tribuna, haber vivido ese momento como hincha de Boca.
Para Guille, el recuerdo estará vivo en cada rincón de su vida, y para los hinchas, grabado a fuego en el corazón: “Fue el partido que cualquier jugador sueña. Por el rival, por la circunstancia, por el resultado, por cómo festejó la gente a pesar de que no le pudimos regalar el triunfo. Sin dudas, es uno de los momentos más fuertes que viví en Boca”.
Dígame usted si no se le eriza la piel y no siente ganas de revolear todo como hice yo en aquél momento.